lunes, 16 de agosto de 2010

TLALNANTZIN



“Venerable Madre Tierra

Y hubo un tiempo que vive en el recuerdo del género humano, en sus mitos, en sus leyendas y cuentos, en que todos los reinos estaban en armonía, en donde todos se reconocían como hermanos, hijos de la Venerable Madre Tierra.

El ser humano reconocía su pertenecía a la Tierra y no a la inversa, por ello le honraba y veía en cada partícula de la creación la divina presencia, el tejido que sustenta, que a todos conecta.

Indiscutiblemente que todo nace para servir y ser servido, nada es ocioso en el actuar de la Madre Naturaleza, la alianza del género humano con ella, con sus diversos ciclos de manifestación, permitieron que el ser humano se percibiera en el paraíso.

Más llego un momento en que el hombre se percibió separado de la naturaleza, dejo de identificarse con la Madre Tierra, su pensamiento cambió, se torno egoísta, soberbio y codicioso, deseando solamente el poseer y acumular, empleando “la ley del más fuerte” para ello, imponiendo así su voluntad.

Al relacionarse así con el principio femenino por excelencia, con la Madre Original, este “rompimiento” trajo consecuencias en todos los órdenes: violencia, abuso, avaricia, devastación, un pensamiento en donde todo es sacrificable en aras del poseer. La alianza con la madre naturaleza poco a poco fue quedando en el pasado, imperando absurdamente el deseo de dominarla.

Todo lo aplicado como formula ausente de amor a la tierra, ha sido en vano, el capitalismo, el marxismo, el socialismo, etcétera; las diversas religiones, mientras estén ausentes del reconocimiento de hermandad de todos los reinos, mientras no devuelvan el sentido de respeto y trato digno a la tierra, estarán errantes del vivir en armonía.

¿Qué prevalece en la sociedad actual?: miedo e hipocresía, voracidad. Incontable número de personas solo son una fachada “vacía”, que como zombis siguen el “juego del sistema”. Los personajes en el “poder”, sea político, religioso, o de otra índole, fluyen en la corriente de la mentira y el engaño, del usar y desechar, encontrando al final de su camino que todo ha sido inútil, pues realmente “nunca” han experimentado felicidad genuina, la que brota del corazón sincero, del que se reconoce como hijo de la tierra y que en todo lo que existe ve un hermano.

No gusto de escribir con dramatismo, más he sentido el dolor de Tlalnantzin, también su infinito AMOR. En esta circunstancia actual TODOS somos culpables, todos hemos lastimado y herido a nuestra Madre Tierra, a nuestros hermanos de todos los reinos.

Consciente estoy que no soy nadie para señalar, para ubicar culpables, se que únicamente debo acechar mi ser, definir mi intento, más como ser social añoro el entendimiento con todos mis hermanos, el retorno amoroso al hogar común con nuestra Madre.

La comunión la experimento en mi “soledad”, más que mejor que la armonía, la música que brota del actuar de cada reino honrando a la vida, pronto sea en el reino humano tan intensa, que llegue hasta los confines del universo, segura estoy que ello no es una utopía.

Algún día será alcanzada la meta, el Arte de Vivir en Armonía.

Con Amor Inphinito: Lolita Vargas Malinalticitl

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