jueves, 16 de diciembre de 2010

Día 16 de Diciembre alineación sobre Alnilam.


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EL VIAJE ESTELAR A ORIÓN

Viernes 21 de marzo del 2003: cerca de las 11:00 a.m., en silencio, nuestros pasos se encaminaban a través del corredor ascendente de la Gran Pirámide (en extremo empinado) que concluye su trayectoria en la Cámara del Rey, donde descansa el sarcófago vacío de granito.

La energía que se estaba acumulando en la Cámara e, incluso, en el propio interior del sarcófago, resultaba increíble. Mi cuerpo, estremecido de esta fuerza, se sentía llamado a ingresar en aquella cavidad de roca que ahora parecía tener vida. Mi corazón estaba latiendo a mil. Entonces ingresé.

Me recosté en el sarcófago, al resto de los muchachos del grupo que terminaban de formar casi un círculo alrededor de mi ubicación.

Ni bien me hallé recostado, sentí una fuerza impresionante caer sobre mi cuerpo, en el preciso instante en que cruzaba mis brazos a la altura del pecho, a usanza del rito osiriano que alude el “gran viaje” al Duat.

Perdí noción de todo. Ya no escuchaba el mantram Zin-Uru de mis siete compañeros, y la Cámara del Rey, no existía. Ni siquiera mi cuerpo, que de un momento a otro dejé de percibir cuando esta fuerza, en verdad poderosa, lo saturó de su energía, hasta “desprenderme”de él hacia arriba, elevándome con suavidad.

Yo me veía flotando dentro de la Gran Pirámide, ascendiendo por un sutil conducto de luz blanco-azulada; en ese instante comprendí lo que me estaba pasando, precisamente cuando me hallaba atravesando una galería más (por arriba de la llamada “Cámara de Descarga”) un lugar que, supuestamente, no debía existir.

En esa cámara observé, rápidamente en mi paso, lo que parecía ser una estatua, y podría asegurar que se trataba de una representación de Anubis.

Sólo “pasé” por allí en mi ascenso, que de un momento a otro tomó una velocidad inusitada, como si este conducto de luz que me elevaba, se hubiese convertido en una gran “aspiradora”.

Como una flecha, me disparé hacia el espacio.

Abandoné la Tierra y de pronto me hallaba viajando en el cosmos.


EL CONSEJO DE LOS 14 DE ORIÓN

Fui llevado a través de las más bellas luminarias y formas que podría haberme imaginado existen en el Universo. Una de estas manifestaciones, encendida como una poderosa luz blanca a la distancia, era la estrella que conocemos con el nombre de Mintaka, en el Cinturón de Orión.


Luego de observarla seguí en aquel viaje, hasta llegar a un planeta azul, asombrosamente similar a la Tierra. Fui conducido a él, viendo, al aproximarme, que poseía montañas, y grandes cuencas y cauces que insinuaban allí había existido abundante agua. El planeta lucía devastado como por una guerra, prácticamente abandonado. Empero seguía latiendo.

Descendí a través de sus amplios cañones, fluyendo luego por una especie de hangar, de kilómetros de longitud, que me llevó finalmente a una pequeña ciudad subterránea. No parecía haber sido construida para habitar, sino como un centro de operaciones, un lugar de dirección. También lo “conocía”.

En medio de las construcciones - parcialmente destruidas y también abandonadas-, que parecían conos de helado apuntando al cielo, esferas e inclusive pirámides, resaltaba una especie de domo, muy grande; dentro de las proporciones que percibí, lo podría comparar con un estadio. Entonces entre en él.

Me hallé de pronto en un gran salón, que se iluminó de una fosforescencia similar a la luz de la luna llena, ni bien me ubiqué en su centro, donde había como un promontorio, ubicado estratégicamente frente a una suerte de gran mesa semicircular que exhibía 14 asientos, todos ellos vacíos.

Y he aquí, que en cada uno de los asientos, se fue encendiendo una luz azul, adquiriendo luego la forma de una esfera perfecta. Entonces me hallé ante 14 esferas azules, cada una levitando sobre los asientos, haciéndome sentir que me encontraba ante una especie de audiencia...

Entonces las luces hablaron:

“Seas bienvenido, en tu camino de retorno”.

-¿Qué significa camino de retorno? - Inquirí extrañado.

“Nadie que no haya estado antes aquí, puede llegar”. “¿Porqué has venido?”

-Porque necesitamos saber - repuse.

“Recordar, quieres decir”. “¿Para qué necesitas ello?”

Me quedé en silencio. ¡Había tantas razones pero ninguna de ellas me era suficiente para exponerla!

-Lo necesitamos, en verdad lo necesitamos para terminar de comprender, y así cumplir a conciencia nuestra parte en el Plan Cósmico - dije.

“Comprender...”

“Empezar a comprender quieres decir”…

-¿Quiénes fueron ustedes? ¿Por qué ya no tienen cuerpo físico? ¿Qué sucedió aquí? - Pregunté.

“Somos el Consejo Supremo de Orión”. “Ya nos conoces, y en verdad no tenemos que decirte mucho”.

“Tan sólo te ayudaremos a recordar, y para ello, es mejor que lo veas todo y lo sientas por ti mismo...”

El salón se “partió” violentamente en dos frente a mí, como deformándose en una gran luz, que me absorbió, y me llevó a través de ella...


RAH - “El DADOR DE VIDA”

Vi diversos planetas, y en ellos extraordinarias construcciones, todas concentradas principalmente en el subsuelo. Observé lo que parecían ser vehículos, no siempre con la forma de disco o esfera que hemos conocido. Comprobé que existían extrañas máquinas cuya apariencia escapa a nuestra imaginación. Había mucha actividad.

Aquellos mundos, y sus ciudades, eran coordinados por un Consejo de elevados seres que funcionaba en aquel planeta azul de Orión. Ignoro si la ciencia ha detectado ese mundo, pero lo que vi allí fue extraordinario: era estremecedoramente similar a la Tierra...

Se me mostró también a las diversas humanidades de este sector espacial que conocemos como “Constelación de Orión”, viendo que todas tenían aspecto humanoide, es decir, cabeza, tronco y extremidades, y erguidos en sus dos piernas. No obstante, eran visibles las diferencias de raza, tamaño, e inclusive el aspecto de la piel, que en un grupo de estos seres me recordaba a los reptiles, cuyos ojos también eran distintos, además de no llevar cabello.

Empero todos vivían en paz, en equilibrio. En un progreso tecnológico y organizativo abrumador.

Todo giraba en torno a lo que ellos denominaban “RAH” o “El dador de Vida”, “La Fuente Primera”. Lo reverenciaban por cuanto en esta manifestación cósmica se hallaban sus orígenes. Entonces desee ver a “RAH”, hallarme ante él...

Y así, fui conducido frente a su presencia, estremeciéndome al encontrarme nada más y nada menos que ante la Gran Nebulosa de Orión. Sabía que un sector de los científicos de la Tierra, sospechan que de allí llegaron las moléculas orgánicas que hicieron posible la vida en nuestro planeta, mas me resultaba desconcertante comprobar que en Orión se pudiese venerar a este cúmulo de gas y polvo estelar. ¿Por qué?

La Gran Nebulosa de Orión o M42 es la nebulosa más estudiada del espacio. Se constituye a decir de los astrónomos en un “Crisol de Creación”. Aunque en la Constelación de Orión se han hallado alrededor de veinticinco formaciones nebulosas, la M42 resulta ser el “núcleo” de este enigma que llama tanto la atención de los astrofísicos.

Hace pocos años, el telescopio espacial Hubble fue apuntado especialmente a la Gran Nebulosa por cuanto era un verdadero laboratorio para estudiar los procesos que hicieron nacer nuestro Sol y todo el Sistema Solar hace cerca de 5.000 millones de años.

Dentro de la nebulosa, el Hubble encontró un área delimitada en una figura trapezoidal (que recuerda sospechosamente las puertas incas y egipcias, las mismas que aluden puertas interdimensionales), el punto preciso donde “nacen” estrellas. A decir de los científicos, esta “caverna estelar” tiene en formación 70.000 estrellas jóvenes y 153 brillantes discos proto-planetarios.

La Nebulosa de Orión se encuentra a 1500 años luz de distancia, y está ubicada en el centro de la región de la Espada del “Cazador de Orión”. Es tan grande, que nuestro Sistema Solar entraría en ella 20 millones de veces.

En 1997 se difundió la noticia que el propio Hubble había detectado moléculas orgánicas similares a las que dieron vida a la Tierra, y que posiblemente, debido al fenómeno de la panspermia, llegaron desde Orión a nuestro mundo hace 3.000 millones de años...

La Nebulosa de Orión o M42 vista por el Hubble.

“Aquí están nuestros orígenes”, me abrazó una vez más aquella “voz” conocida.

Se me explicó entonces, que de esta región del Universo proviene la materia primera que dio origen a las formas de vida que poseen apariencia humanoide.

En el Universo, el inmedible Cosmos, existen para nosotros “infinitas” manifestaciones de vida, distintas en forma y sustancia, más aquellas que tienen forma humana, procedían de “RAH”...

Es importante señalar que si bien es cierto el término “Ra”, para la mayoría de los egiptólogos, alude a una entidad solar amada en el Egipto Antiguo, recientes estudios vienen echando por tierra el concepto solar en los orígenes de la misteriosa civilización de las pirámides.

Para Robert Bauval (“El Misterio de Orión”) está demostrado que en los albores de la IV Dinastía, se produjo un cisma religioso en Egipto que ocultó la religión estelar que lo relacionaba con Orión, para sustituirlo más tarde por un culto solar. Este “cambio” se ve reflejado cuando, precisamente, en aquella IV Dinastía, se adopta el sufijo “Ra” para los nombres reales.

Por ejemplo: Jaf-ra (Kefrén) y Menkau-ra (Mikerinos). Asimismo, la incorporación del término “Hijo de Ra” empezó a utilizarse recién en la V Dinastía, poniendo punto final a la disputa religiosa que terminó ocultando el secreto de Orión para algunos pocos iniciados.

Debo decir que en esta experiencia interdimensional, veía a la Gran Nebulosa de Orión muy distinta, más bella y sobrenatural de como la muestran las fotografías científicas del Hubble. Sentía que había algo más en ella. Una revelación importante.

Entonces aquella “voz” me habló nuevamente, y me dijo:

“Aún no has visto a RAH”. “Lo que has recordado ahora, es su manifestación exterior, su aspecto denso y físico”. “Ahora verás su esencia, lo que es en realidad...”

Mi vista fue bendecida por un espectáculo maravilloso.

Ya no veía la creación de estrellas y planetas dentro de RAH; veía, sorprendido y poseído de una emoción indescriptible, a una bellísima manifestación de energía, de intensos y mágicos colores, que, como si fuese una gran fuente de agua, lanzaba al espacio, lentamente, esferas de luz, de diversos colores...

“Estás viendo la destilación de las esencias, la aparición misma de los espíritus navegantes...”

“Sí, estás viendo un Estanque Cósmico...”

Sacudido por esta escena en verdad imposible de describir, comprendí porqué “RAH” era tan respetado y hasta venerado en Orión; no como un dios, sino como una fuente maravillosa de vida, como cuando un hijo ve a su madre.

Se me dijo entonces, que existían diversos “estanques cósmicos” donde se destilaban las energías de los reinos inferiores de la naturaleza para la creación de un espíritu humano, que según sea su “fuente”, será su característica espiritual y su camino de retorno.

Pero a mí me inquietaba saber más de RAH y el mecanismo para la creación de las esencias...

¿Quién hace esto en realidad? ¿Es aquel “gran ser” que llaman RAH? - Pregunté.

“RAH es una de las manifestaciones del Universo Conciente, que crece fluyendo y reproduciéndose a sí mismo”. “Es la fuente que nos dio la vida. Pero ni siquiera nosotros podemos rastrear su origen en el tiempo, ya que es la emanación de una fuente aun más antigua, la responsable de todos estos fenómenos. No es sólo física, como viste...”

“...Sí, te estamos hablando de un misterio cósmico que conociste en la Tierra bajo la denominación de Dios”.

“Es real, de lo contrario, no estarías aquí...”


Informe Mintaka un viaje estelar a Orión
Por: Ricardo González (Peruano)
www.legadocosmico.com

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